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Dispuesto a escribir tonteras de imagenes no resistia la tentacion de arrojarme al sillon para enmudecer ante el resplandor de la pantalla.

Habitualmente recorria la casa andando de aqui para alla logrando disipar la atraccion por unos instantes sin ir mas alla de eso. Salia de la cocina para sumergirme en el living, tan solo para atravesarlo porque las habitaciones se precipitan y no queda mas nada. Pero eso me daba resultado, mi habitacion era el espacio donde todo lo tenia a la mano. Hasta las manos me respondian ahi dentro. Cuando entraba el aroma me azotaba y me debia escurrir entre los objetos desarmados en el suelo.

Eso si, nada de eso ocurria los dias en que la empleada genialmente dejaba todo resplandeciente, y lo que mas me impactaba era ver mi cama tendida con el acolchado perfectamente estirado. De cualquier manera siempre me las arreglaba para llegar a mi sillon negro donde me depositaba y con una mano en el teclado y otra en el piano pasaba la tarde.


Tuve suerte. Las cosas no cambiaron. Su orden si. Mi hermano que era ajeno a todo este sinsentido vino un dia a mi casa luego de habermelo rogado durante mucho tiempo.

Y asi como vino se quedo a dormir. A la semana siguiente ocurrio lo mismo. Y a la tercera semana de repetirse la situacion declare su lugar en mi habitacion; mi habitacion.
Los objetos en el piso, los edores adheridos, lo cama revuelta o estirada. Todo seguia estando, pero ya no tenia mas vida. Ahora la vida era mia.
Un momento. Andresito, ¿Ya te vas?.


Copyright (c) 2007 Pablo Linietsky

1 comentarios:

Anónimo dijo...

me gusta como escribes.